La Oficina colaboró con el Ministerio de Salud en 12 de las 25 regiones de Perú para subsanar las deficiencias críticas del país en cuanto a las capacidades básicas requeridas en virtud del Reglamento Sanitario Internacional (2005). La labor conjunta se centró en la aplicación de un enfoque basado en los sistemas de salud, lo que supuso fortalecer la vigilancia epidemiológica, aumentar la capacidad de laboratorio, promover la toma de decisiones locales y basadas en datos, y mejorar la comunicación de los riesgos. La colaboración dio resultados positivos:
Se mejoraron las salas de situación en cinco regiones, que sirvieron de centros de coordinación de la respuesta y de difusión de información esencial durante las emergencias sanitarias.
Se capacitó a cerca de 1500 profesionales de la salud, agentes de salud comunitarios y periodistas.
Se pusieron a disposición equipos vitales para los laboratorios regionales de 12 regiones, lo que reforzó las capacidades de diagnóstico.
Se establecieron sistemas sólidos de PCI en 74 establecimientos de salud de 12 regiones.
Se proporcionó capacitación, equipos médicos e insumos a 31 establecimientos de salud de siete regiones para que pudieran tratar mejor los casos de COVID19 y las enfermedades no transmisibles asociadas.
Se proporcionaron herramientas de tecnología de la información y materiales educativos a ocho centros comunitarios de salud mental, como las guías de intervención del Programa de Acción para Superar las Brechas en Salud Mental (mhGAP) recomendadas por la OMS, para mejorar la atención de la salud mental en el nivel primario.
La colaboración, que contó con el apoyo de la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Plan de Rescate Estadounidense, fortaleció rápidamente las capacidades básicas requeridas por el RSI y aumentó la resiliencia de Perú ante las emergencias de salud.